jueves, 25 de junio de 2015


                              KUNIRAYA Y KAWILLAKA

Tenemos los amores de los dioses KUNIRAYA Y KAWILLAKA. Kuniraya era una divinidad mas antigua que Pariaqaqa. Su nombre iba muchas veces asociado al de Wiracocha. A veces la invocaba; "Kuniraya wiracocha, Runakámaj, Qámpac Runayki". Antes de él no había nada en el mundo. El creó los árboles, los ríos, animales y los campos para el sustento de los hombres.

Kuniraya caminaba muy mal vestido y los que no lo conocían le miraban como un mendigo piojera. Sin embargo, presto grandes servicios a la humanidad. Un día conoció a Kawillaka, wak´a deslumbrante de hermosura, y se enamoró de ella. La diosa vivía con absoluto recato y nunca escuchó los requerimientos de sus numerosos pretendientes. Pero Kuniraya era muy sabio y, al no poder lograr sus pretensiones, se convirtió en pájaro, yendo a posarse al ramaje de un árbol de Lúcuma, debajo del cual se encontraba la diosa; tomo un fruto maduro y, depositando dentro de él su semen, lo dejó caer junto a la doncella. Esta sin darse cuenta lo alzó del suelo y lo encontró muy sabroso.
 
Aunque no la había tocado varón alguno, kawillaka se sintió embarazada y a su debido tiempo dio a luz a un niño. Cuando este cumplió  su primer año edad, la madre decidió conocer al padre y con tal objeto convoco a todos los wak´as del lugar. Ellos se presentaron ostentando los mejores trajes y  Kawillaka fue preguntándoles. Ninguno se consideraba padre de su hijo. Hacia el final descubrió ella a kuniraya; pero al verlo tan harapiento no creyó haber podido concebir para semejante infeliz y no le dirigió la palabra. A fin de no verse defraudada la diosa quiso recurrir a otros medios antes de que se dispersaran los wak´as. le dijo al niño: "Anda tu mismo y reconoce a tu padre", y a los otros: "Aquel a cuyas rodillas suba el niño, ese sera reconocido como su padre". El niño fue caminando a gatas entre los dioses sentados y acabó por trepar a las rodillas de Kuniraya. La wak´a se levantó airada y dijo: "¿Hubiese dado yo a luz un hijo de semejante padre?" alzo al niño en brazos y huyó. Kuniraya mostróse al punto, vestido con un traje de oro y, haciendo que el mundo se cubriera de resplandores, corrió atrás de la diosa. Pero ella huía veloz, sin volver la cara, hacia el mar. Incapaz de resignarse a perderla, el wak´a fue siguiendo su rastro y preguntando por ella a los animales que encontraba al paso. Todo fue inútil. La diosa se arrojó al mar y ella y su hijo se convirtieron en rocas.

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