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La conversacion entre el zorro y el puma |
EL
ZORRO Y EL PUMA (aranway)
Siempre
debería rebosar la fiambrera del puma; pero mata sólo por matar, sin saber
conservar nada; teniéndose a menudo que contentar con cualquier cosa para no
morirse de hambre.
El zorro, que
también aunque no sea por tonto, conoce las duras leyes de la necesidad, un
día, vio que el puma se encontraba sin nada que comer; él tenía dos perdices, y
haciéndose el generoso, con todo desprendimiento le ofreció una.
Pero, el día
siguiente, como su amigo había carneado varias ovejas, le pidió que le cediera
por favor un cuartito para almorzar.
-¿Qué va a hacer
con un cuarto, amigo? -contestó el puma-; tome, no más; sírvase, coma y llévese
lo que quiera para su casa.
El zorro bien
sabía que así sería y no se hizo rogar; se llenó hasta más no poder, y en pago
de su perdiz tuvo de comer por ocho días.
Es preciso saber
dar en este mundo. Pero también es preciso saber prometer; y cuando se le
presentó la ocasión, no la desperdició.
Los ovejeros
empezaban a cuidar mucho sus corrales y la vida se hacía difícil. El zorro
andaba flaco como pulga de pobre, y en ayunas, encontró a su amigo el puma con
una perdiz que por suerte acababa éste de cazar.
-¿Y va a comer
usted esta porquería? -le dijo el zorro al puma-; cuando allí, cerquita, tiene
una majada rodeada y sin perros.
-¿Dónde? -dijo el
puma.
Véngase conmigo:
lo llevo.
-Bueno; entonces
tiro la perdiz; es flaca, de todos modos.
-No la tire;
démela: la voy a comer; a mí me gustan más las aves.
Y el zorro se
comió la perdiz con pico, patas y pluma, y le dijo al otro: "Venga, no
más".
Agarró por entre
las pajas, dio vueltas y vueltas, hasta que en un descuido del puma, lo dejó
buscar sólo las ovejas del cuento.
LOS EXTRAORDINARIOS